viernes, 24 de septiembre de 2010
El Che, en cuerpo y alma
Con documentos e imágenes inéditas, Tristán Bauer reconstruye al hombre detrás del revolucionario.A Tristán Bauer le tomó doce años reconstruir la historia del Che Guevara. Una epopeya digna y necesaria para contar la vida de un hombre que se convirtió en leyenda. La tarea no fue sencilla. En el viaje, el director tuvo que hurgar cientos de capas para dar con lo más íntimo y privado de un personaje estereotipado.
Un hombre con certezas, de palabras firmes y acciones concretas, pero también de sentimientos genuinos. Una búsqueda hacia la memoria que lo llevó a encontrar decenas de elementos inéditos con los que terminó de dar forma a Che, un hombre nuevo, un documental que a partir del 7 de octubre redescubrirá la imagen del mítico guerrillero. Y que servirá para abrir el candado que guardó, hasta ahora, los secretos de su vida.
Entre los documentos que halló el realizador, hay una cinta magnética que el Che le dejó, a modo de despedida, a su mujer, Aleida March, luego de renunciar a la dirección del partido comunista, a su puesto de ministro, a su grado de comandante y a su condición de cubano, para partir hacia África. La grabación comienza con el Che recitando:
“Ahora para ti, Aleida, lo más profundamente mío y lo más profundo de los dos”. “Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada y hacia donde camines llevarás mi dolor. Fui tuyo, fuiste mía. ¿Qué más? Juntos hicimos un recodo en la ruta donde el amor pasó. Fui tuyo, fuiste mía. Tú serás del que te ame, del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo. Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste. Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy. ...Desde tu corazón me dice adiós un niño. Y yo le digo adiós.”
Escuchar la voz del Che con palabras para su mujer moviliza hasta el último de los sentidos. Para Bauer, este es uno de los momentos más emotivos del film: “Con Aleida tengo una relación de mucho cariño. Y luego de hablar durante años, apareció el fantasma de la cinta. Un documento importantísimo por el que tuvimos que insistir mucho. Tanto, que una vez me dijo que yo era del Partido Socialista Popular (PSP) por esto de Pide Siempre Pide”.
Lo que sigue son poemas de Martínez Villena, César Vallejo –“Los heraldos negros”– y Pablo Neruda –“Farewell”–, recitados por Guevara con una voz suave, privada, que dista del tono firme y potente que exhibía en sus discursos políticos.
Otro de los elementos que Bauer muestra por primera vez es una libreta con una serie de anotaciones en las que el Che plasmó el prólogo de un libro inconcluso, y que llevan como título “Necesidad de este libro”. Una crítica al capitalismo y al socialismo que comenzó a escribir en el Congo, a mediados de 1965, y que continuó durante su estadía clandestina en Praga.
“En el curso de nuestra práctica y de nuestra investigación teórica llegamos a descubrir un gran culpable con nombre y apellido: Vladimir Ilich Lenin. Tal es la magnitud de nuestra osadía. Pero quien tenga la paciencia de llegar hasta los últimos capítulos de esta obra, podrá apreciar el respeto y la admiración que sentimos hacia ese ‘culpable’ y hacia los móviles revolucionarios de los actos cuyos resultados últimos asombrarían hoy a su realizador”, afirmaba Guevara en uno de los párrafos de ese texto.
Reproducido del periodico Algentino Veintitrés
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